Contador de Visitas

domingo, 22 de marzo de 2015

UNA MERIENDA EN TOMMY MEL'S


La merienda. La hora de la alegría, la hora de la felicidad y es que, según un estudio de la Universidad de Wisconchin, la franja horaria más feliz del día es la tarde. ¿Quien no recuerda esas tardes en las que salías del colegio, llegabas a casa y tu madre/padre te preparaba un bocadillo? Muchos eran mis favoritos, Nocilla, queso, sobrasada, mantequilla de tres sabores, chocolate de "La Campana" -El Gorriaga- o de lingotes de Lingotin... y así un eterno sin fin de productos que hacían que cogiéramos energías para salir a jugar al fútbol en el polideportivo, a cambiarnos cromos, a jugar a las canicas o a echarnos horas y horas jugando a la Nintendo NES -mas bien la NASA- y sus cientos de juegos en memoria.

Coincido totalmente con el resultado del citado estudio y es por ello que para la merienda no me la juego esto me suena que lo decian en un anuncio ¿no?, y selecciono bien el sitio donde quiero llenar el buche. En este caso, lo tuve claro y es que viniéndome de camino a casa como me venía el Tommy Mel's de Heron City, no tenía escusa para no parar y apretarme unos batidos y una tarta.

Tommy Mel's es un restaurante que está distribuido en diferentes localizaciones en mi ciudad, Valencia, pero el que nos atañe hoy es el sito en el Centro Comercial Heron City, vamos... "er Kinepolis pa' los colegas". Tommy Mel's fue una idea que nació y se constituyó en 2009, a día de hoy son 37 restaurantes a lo largo de la península ibérica y se especializa en dar un servicio de restaurante típico americano de los años 60 al estilo prime (praaaaaaaaaaaaim, se me llena la boca con esta palabra), es decir, zonas de bien, de toda la vida. Tiene una selección de muy buenos entrantes y deliciosas hamburguesas, pero todo esto ya lo analizaré otro día. Hoy toca merienda.

Y así fue. Eran las 18:00 de una tarde en la que no me habían ido muy bien las cosas y necesitaba chocolate, ¡CHO-CO-LA-TE! como diría el bueno de Sloth. Entré con mi acompañante y mientras esperaba pude observar como el local resplandecía literalmente. Esos neones, esas luces blancas y potentes, esos uniformes apretados de colores reflectantes y ese entorno moderno-vintage embriagaban el ambiente, hasta tal punto que en cualquier momento podía entrar Marty McFly de Regreso al Futuro II con su monopatín volador.

Nos atienden y tras esperar un poquito, nos sientan en un lateral del restaurante desde el cual me pongo a estudiarme el garito. Cual es mi sorpresa, que a mi espalda se encontraba una barra donde podía haber hecho mas corta mi espera metiéndome cualquier refrigerio, para la siguiente vez ya se... Recibimos la carta de batidos y tartas y... me la pediría TODA. Muy bien seleccionados todos los sabores además de contar con las mejores marcas, como Ferrero, Kinder, Mars... La carta está bien distribuida, muy espaciada y es fácil empaparte de todo lo que ofrecen, lo difícil es elegir entre tanta opción. Os dejo la imagen de la carta en grande para que os impregnéis bien de ella y nada más terminar de leer esta entrada os vayáis directos a por un batido...


Una vez decididos los batidos, de Kinder y Cookie, respectivamente, y tarta Oreo para compartir, me pongo a hacer la prueba del algodón. Todo está limpito y bien ordenado, el espacio es algo justo entre mesas, pero eso es algo normal en un sitio que está tan de moda y es low cost, hay que atender al mayor número posible de clientes. De ruido va justita la cosa, aunque está bien insonorizado, es difícil controlar y mantener a raya tanta gente, pero vamos, que se puede soportar. El personal va correctamente uniformado y, salvo algún vestido femenino que por motivos de peso y mala elección de talla parece que va a estallar un botón, es muy servicial.

¡Que vienen, que vienen! A lo lejos veo una orgullosa camarera portando una bandeja con nuestra comanda. Con el hambre que tengo y la elección que hemos hecho, sufro una visión, cual oasis en el desierto, y suena dentro de mi cabeza The Final Countdown esto también era de otro anuncio mientras un ángel de Victoria's Secret desfila portando en su mano derecha un tesoro gastronómico que viene directo a mi. Babeo cual perro de Paulov mientras nos sirve la merienda. Ese ángel se ha convertido en mi madre hace 20 años dándome la recompensa a una dura tarde de Plástica y Matemáticas y haciéndome mas cómoda la existencia. Bien, ya tenemos los dos batidos y la tarta de Oreo. Es el momento de atacar.


La tarta roza la perfección en textura y presentación y el único pero que le puedo poner es que le falta un poco de intensidad de sabor. A pesar de ser un trozo generoso me supo a poco, eso es buena señal aunque mejor, dado el precio y siendo acorde a éste, incrementar un poco el tamaño de tal tremendo manjar. Aún así, recomendada para todo el mundo y eso que no soy muy fan de Oreo. La volveré a pedir.


Mi batido me ha parecido bueno en la primera degustación que he hecho. Tras esto, mi acompañante me ha instado a que probara el suyo y, a pesar que soy un chico dificil, lo he probado y aquí es donde me he dado cuenta del punto negativo, pues tanto su batido como el mío sabían casi igual. Podríamos pensar que el sabor de mi batido ha eclipsado al de mi acompañante pero ella ha hecho la prueba al revés y le ha pasado lo mismo. Si bien es cierto, que están los dos muy buenos, soy muy fan de que cada alimento tenga su alma, se diferencie, y te deje su propia marca clavada entre el paladar y el bulbo raquideo. Que vayas por la calle y te venga un sabor a la mente o a través de tus sentidos y de repente aparezca ese batido, creando en ti unas ganas locas de terminar con todo lo que estás haciendo y dirigirte a ese lugar a pedir la droga que necesitas, en este caso ese producto. Y eso no me ha pasado aqui, si que es verdad que pienso en batido y me viene a la cabeza Tommy Meals pero para mi sería perfecto pensar en batido y decir "un X de Tommy Meals". Seguiremos probando toda la carta en próximas visitas para ver si encuentro mi media naranja. Seguro que si. Mientras tanto, sigo succionando a través de la pajita y cada ml que absorvo me confirma que se ha puesto mucho corazón en crear tal elemento. Esos grumitos de trozos de Kinder le confieren al batido una presencia señorial. Tal presencia se convierte en un "tu y yo". Un corpulento marine francés de intensos ojos azul turquesa con su camiseta blanca con rallas azul marino y cierto bello que sobresale por el cuello de dicha camiseta que te reta a un pulso y que mientras sujeta firmemente tu mano en la mesa te mira fijamente a los ojos intentando amedrentarte. "Sé fuerte" me dije, el batido es duro, ha ganado muchas batallas pero dicho gabacho va a caer en esta, sigue a lo tuyo, fija la mirada en un punto y succiona con fuerza... y es cuando oyes ese ruido placentero a la vez que doloroso, que genera el fin de un batido. Esa succión de aire y restos que te dicen que si quieres continuar tienes que echar otra moneda más. En resumen, y después de tanta palabrería, es un batido muy bueno, intenso y con cuerpo y densidad correcta, para repetir, el cual recomiendo desde aquí aunque no sea para mi el amor de mi vida, por lo que seguiré buscando en esa carta infinita de Tommy Mel's.

Llega la cuenta, y era lo esperado, un buen precio para una buena merienda que no llega a los 15 euros y que se queda en 14,45 euros para los curiosos de las cifras exactas. Por algo similar, en muchos otros locales te cobran casi el doble. Ya si sirven las tartas más grandes, sería la leche.

Para finalizar, me ha llamado la atención a través de las redes sociales que ciertos restaurantes solo retwittean los mensajes de halago total. Esos mensajes cargados de empalaguismo y de sabor a rancio tales como la cutrería del "muero de amor" muy de moda actualmente entre las personas más rancias de esta sociedad, que creo que no ayudan en nada. No hay nada perfecto, ni este blog, y no hay nada malo en dar una opinión libre de cosas que subjetivamente se puedan mejorar y ayuden a ese local, pero bien, a mucha gente no le gusta escuchar esto de su local, de ahí que no se hagan eco de estas sombras. En mi caso, lo he sufrido en carnes con The Fitzgerald y Mesclat, pero tranquilos, volveré a examinaros. Me despido hasta la próxima sin olvidarme de mandarles un saludo, si me están leyendo, a Aroha, David Sevillano Gitano, la buena de Dakota y el artista de Chipi, sus quiero.

domingo, 25 de enero de 2015

MESCLAT (VALENCIA) - SABADO 24/01/15 CENA



¿¿Como están ustedes??

Ayer por la noche, previa reserva para las 23:00 -porque para antes no tenían debido al gran éxito de este local- me metí hacía el corazón del "Carmen". Barrio mítico y multicultural Valenciano. 

¿Quién no se ha puesto castaña alguna vez en el Carmen? ¿Tú? ¡No has tenido adolescencia!.

En esta incursión por la jungla, sabía bien quien era mi presa, de ahí que me la había reservado para tres acompañantes y este humilde degustador, Por el camino, muchas tentaciones, muchas otras posibles víctimas de mis incisivos, muchas presas desangeladas, pero en esta vida he aprendido que hay que ser fuerte, que hay que tener un objetivo claro, y en este caso el mio tenía un nombre MESCLAT

Pero no adelantemos acontecimientos y primero un poco de vaselina para que entre mejor. Todo comenzó por la tarde. Ya llevábamos varias horas por el centro de Valencia, de compras, dándole al plástico que daba gusto, púes tenemos una casa que hay que decorar y mucha ropa que comprar para abrigarnos de este frío que ha venido de golpe, Tras varias visitas a tiendas de ropa, muebles y demás, nos dirigimos a la zona friki de la capital del Turia para darme un capricho, con varios objetivos, y pasando por FNAC por favor, si algún responsable de Fnac me lee, prohibirme la entrada, Skazka tienda rusa y Rosebud. Tras las pertinentes compras y llevar a mi mujer cual mula de carga, perdoname, por favor, nos vamos andando hacia el que va a ser el protagonista de esta entrada.

Muy bien situado en esquina entre la Calle Doctor Beltrán Bigorra y la Calle Pinzón se sitúa un clásico del Carmen. El Mesclat. A mi me lo descubrió mi gran amigo y futuro padre de mellizos Héctor. Y desde ese día han sido innumerables las veces que he ido a comer y cenar pues siempre han estado a un nivel más que decente. Ya sea con amigos de mi edad o con familiares más mayores, a todos y prácticamente todos, les ha encantado. Es un sitio fijo para mi, en el cual se que, como anfitrión, no le fallaré a mi acompañante. Eso si, sitio de moda, sitio que es necesario reservar si vas a comer o cenar en fin de semana o vísperas, cosa que puedes hacer llamando al teléfono 96.306.58.52. Mesclat es muy famoso por hacerte un sin fin de tipos de hamburguesas a medida, con los ingredientes que quieras, varias clases de panes y todo ello sin perder un ápice de glamour. La hamburguesa es TOP. Pero todo no queda en una simple hamburguesería, y aunque la burger es el buque insignia de este bistró, va más allá, pudiendo degustar un Steak Tartar más que decente entre otros platos que no sueles encontrar en la carta de una hamburguesería común.


Una vez hechas las presentaciones y roto el hielo, es hora de ir al mejunje de mi visita de ayer. Llegamos al local a las 22:00h ya desesperados de tanta hambre y agotamiento de un día tan "duro" de compras. ¡Problema! ¡Objection! La reserva la teníamos para las 23:00 y aunque no es mal plan matarse a cervezas en la barra hasta que tu mesa quede libre, preferimos otra opción. Tras hablar con el encargado y no conseguir una mesa dentro porque era imposible, el local estaba lleno, nos ofreció una mesa fuera. Hacía frío, pero en la vida hay prioridades, y antepusimos el llenar el buche y morir de resfriado a morir de hambre. ¡Marchando mesa para cuatro en la calle!

A los pocos minutos de estar sentados, se nos acercó Mirko, un camarero muy moderno, de trato muy afable y profesional el cual nos informó de las bebidas que podíamos tomar. Uno de los grandes puntos a favor de este restaurante es que tienen una inmensa variedad de cervezas de gran calidad. Mirko, que es un artista. nos recomendó varias, pero como yo soy un tío chapao a la antigua y de tradiciones, no faltaré a mi cita con la Weihenstephaner, más conocida en mi entorno como la WeiStreetFighter hadouken! y caballo ganador cuando se te presentan dudas a la hora de elegir bebercio. Es una cerveza mas espesa de lo normal y con un sabor bien potente. Si esta cerveza fuera mujer sería una hembra que pasa de los 35 y de metro setenta y cinco de altura, con turgentes y bien marcadas curvas y una talla 40 de pantalón bien puesta, un mujerón que deja marca, una marca que traducida en cerveza es un sabor continúo y limpio durante toda la velada a lo largo de sus 50cl de viaje. De hecho, desde ayer, retiré el enjuague bucal de mi cuarto de baño para pasar a realizar esa función con una buena WeiStreetFighter. Mis acompañantes. se fiaron de mi y eligieron la misma cerveza salvo, el peque, que de momento es de CocaCola.


En segundos y sin haber podido terminar de comentar esto. ya apareció un camarero con las bebidas que habíamos solicitado y cual fue nuestra sorpresa que trajo de acompañamiento unas interesantes cortezas de ¿pan? con un tomatito rayado natural que voló literalmente, pues había hambre y no era una tapa muy generosa, pero a los detalles que no esperas no se les puede sacar peros, lo importante es el detalle. Con esta visita del camarero, nos trajo la carta y aquí vino otra sorpresa mas. Había cambiado ligeramente de conforme la recordaba, y no, no era el formato lo que había sido modificado, sino parte de lo que se ofrecía. Recordaba la antigua carta con un sin fin de cantidad de carnes, entre ellas, la famosa Wagyu, la cual aunque nunca he pedido siempre mostraba a mis acompañantes sacando pecho palomo orgulloso y diciéndoles que una carne de 17 euros debería ser una delicia. Faltaban algunos entrantes que sí eché de menos, como las patatas gajo pero, tras hablar con el encargado que se acercó a preguntar que tal estábamos, nos aclaró que en poco tiempo volverían a una carta muy similar a la antigua. Como no me cansaré de decir a lo largo de toda esta entrada, la atención al cliente del Mesclat roza siempre la excelencia, no escatiman tiempo en darte el mejor trato, explicarte el contenido y forma de preparación tanto de los platos como de la materia prima, con total transparencia y cercanía, cosa ésta siempre de agradecer, y ésto lo sabe muy bien el personal de este local y su dueño, pues la práctica totalidad de su plantilla tienen estos rasgos tatuados en su tratar, en su ADN, desechando papeles de actoreo momentáneos y mostrándose como son, muy serviles a los que de verdad les mantienen ahí, su FIEL clientela. De entre ellos, Mirko es el número 1, sus sugerencias son perfectas, parece que se meta en tu mente y te cree la necesidad de pedir lo que él te ha instado y siempre acierta.

Mientras nos estudiamos la carta, pude observar que el local mantiene la misma decoración que recordaba. Los tonos ocres y su estilo minimalista ya los querría yo para mi casa, ya que crean un entorno agradable donde poder cenar muy agusto, como en casa, y esto se consigue preocupándose por uno de los puntos fundamentales que debe tener un sitio para cenar. Todo está muy limpio y suficientemente iluminado para crear un entorno apacible. Correctamente insonorizado y con las mesas separadas a una distancia prudente, puedes mantener una conversación relajada con tus acompañantes sin necesidad de alzar la voz. A esto ayuda que el perfil de persona que suele visitar Mesclat se podría definir como parejas de amigos de unos 25 a 40 años con una necesidad de probar algo diferente y que sabe comportarse en un sitio de estas características.


Una vez claros nuestros deseos, frotamos la lámpara y decidimos degustar como entrantes unos nachos con guacamole y queso, unos daditos de queso frito con mermelada casera y foie micuit. Como plato principal de esta cena yo escojo una hamburguesa Black Angus, acompañada de foie, queso scamorza y cebolla caramelizada, todo ello abrazado por dos rebanadas de pan blanco. Las hamburguesas de mis acompañantes, prefiero que os las destripen ellos.

Llegan los entrantes al poco y con ellos la felicidad. Los primeros en aterrizar son los nachos, un bol justo en cantidad con unos nachos algo salados pero tremendamente adictivos que infligen su sabor en unas papilas gustativas bien entrenadas como las mías y no vienen solos. A estos malos, malotes les acompañan sus primos de Zumosol (Copyright), el primero es conocido como guacamole, de tremenda pegada y textura traviesa; y el segundo es bicho malo, las malas lenguas dicen que se llama Salsa de Queso y se llevó algo mio consigo, y nada más que me dejó su recuerdo, espeso y complaciente, perfecto en la ejecución pero frío en el sentimiento y en la temperatura de cocción. A destacar, que las salsas venían separadas de los nachos y a su vez separadas entre sí. Cosa de agradecer no encontrarte las salsas remezcladas con los nachos, hay que respetar los gustos de cada uno ya que para mezclas ya está la Gaseosa.


Nada más terminar la deglución de la comida a través del esófago, aparece el simpático camarero con los siguientes entrantes, los daditos de queso frito con mermelada casera. Alertar a los lectores, que debió haber habido un error en la carta, ya que no eran daditos, eran ladrillos, y no por su textura o dureza sino por su tamaño. Muy grandes y a la altura de esta característica estaba su sabor. Unos dados perfectamente cocinados que se derriten en tu boca (y no en tu mano, como los M&M's) y que te producen placer continuo durante unos 10 segundos que se alargan no solo en el momento de masticarlos sino en diferentes flashbacks a lo largo de toda la cena. Un sabor que se te queda marcado en el cerebelo, el cual manda señales recordandote tan gran gesta ingerida durante un gran rato. A estos virtuosos alteradores del Sistema Nervioso Central les guardan las espaldas en forma de plato adherido una gran cantidad de finos trozos de tiras crujientes de pan de pizza como recién sacadas del horno del pueblo más perdido de todos los Alpes italianos. Con un sabor limpio, sano y casero auspiciado por tiras de romero fresco. En resumen, PRIAPISMO.


Después de haberme recuperado de esta experiencia religiosa, nos traen el foie micuit. El actor principal de esta degustación portaba una gorra hecha de rodajas de manzana Golden y estaba junto a un derrape de puré de manzana asada con canela y unas tostas biscuits de Consum. Buena presentación, curiosa. El foie, es de lejos, el que peor sabor de boca me ha dejado. Tenía muchas esperanzas puestas en él y me ha enfriado como un témpano, casi como la temperatura a la que estaba, muy similar a la salsa de queso de los nachos. Esperaba una textura más esponjosa, mas derretida y no tan dura.


Pasado ésto, le doy un traguito a la WeyStreetFighter y de paso limpio mi boca y dejo un sabor neutro para esperar a la siguiente víctima. Y no se hizo esperar, llegó la hamburguesa. La presentación de la hamburguesa no es muy buena, pero lo importante es el sabor ¿no? El plato está un poco vacío y no ordenado, me da la sensación de ración de acuartelamiento en el que ves varios trozos de cosas separadas sin sentido y sin casar. Aún estando vacío, el hambre y las expectativas me hacen tener ganas de vaciarlo aún más. Con las hamburguesas, nos traen tres salsas, barbacoa, mostaza al curry y tártara en un triplato. Nada más montar mi hamburguesa habiéndole añadido un poco de salsa barbacoa me dirijo a pegarle el primer mordisco y es cuando me percato que respetan religiosamente el punto de cocción de la hamburguesa que les habías solicitado ¡esto es muy importante! La hamburguesa estaba buena, si bien es cierto que no notaba la diferencia de sabor de los ingredientes, y esto, bajo mi humilde opinión, no es bueno. Cuando muerdes un compendio de ingredientes, se debe notar el sabor diferenciado de éstos, liderando este sabor el producto más potente o el que en más cantidad esté presente en ese bocado. Esto nunca me había pasado en Mesclat, era un sabor a encefalograma plano, siempre lo mismo en cada uno de los cuatro bocados que necesité para terminarme el Final Boss de esta cena. Un final agridulce, y no solo literalmente, pero que abre la puerta a una segunda parte. A volver muy pronto.






Pero no quiero despedir esta entrada así, pues parece un final triste a una historia bonita. Una historia en la que destaca mucho la atención al cliente. Es maravillosa. Tienen mucha gente atendiendo y toda ella siempre con la sonrisa en la boca, algo muy difícil de encontrar hoy en día y que se rigen en todo momento por una frase que me enseñó la persona que más quiero en mi vida, MI PADRE, y que es una verdad como un templo, "mata más una gota de miel que mil de vinagre". Volvería y volveré solo por este punto, el cual es fundamental, un pilar principal en cualquier casa. A eso le añado una gran variedad de platos para picar, todos ellos en general de un nivel muy alto que abren la veda para cazar un plato principal con encanto, delegado en el comensal para su preparación y que deja huella y encamina al cliente a pedir postre. En nuestro caso fueron una tarta de queso casera acompañada de frutos del bosque y un vasito de tiramisú, que nos regalaron ¿qué os decía antes de la atención al cliente?, los cuales cerraron nuestra cuenta. Y ahora que la nombro, la cuenta fue de 82,50 euros, precio justo quizás tirando a un poco alto que se traduce en 20,62 euros por persona. No es desde luego desproporcionado para todo lo que comimos y bebimos y está en el margen normal de lo que es salir a cenar por el centro de Valencia. La cuenta la pagué gustosamente, pues disfruté a lo largo de los 90 minutos que duró la cena. Tiempo que se alargó no por culpa de los trabajadores, sino signo de lo cómodos y agusto que estábamos en el local.

Tampoco me quiero despedir sin mencionar el tema de los baños. Este tema entiendo que es delicado, pero no menos importante en un local en el que realizas una de las funciones principales de los seres vivos, comer. El baño estaba muy limpio, comería en él sin dudarlo siempre que tuviera buena compañía, el único problema es que no cabríamos ya que es bastante pequeño.

PD. Aún me dura la birra, no me la he terminado... con ella al fin del mundo.

RESUMEN
Limpieza - 6
Aparcamiento - 4
Sabor - 6
Presentación - 6
Atención al Cliente - 7
Cantidad - 6
Calidad/Precio - 6
Decoración - 7
Ambiente - 6

NOTA - 6
Mesclat siempre cubre mis necesidades más básicas. Volveré.

Pedir perdón desde aquí, el sótano de mi casa, que valiente soy a Mesclat por la poca calidad de las fotos. Fueron las cosas del directo, de una tarde de locura y compras, de un "llévame estas bolsas rubia", de un "joder que frío hace y qué hambre tengo, vámonos al Mesclat ya", de un "me he dejado la cámara reflex y ya estoy sentado en el restaurante y tengo cero zapatero ganas de volver". Como he dicho antes, prometo volver y el local se lo merece, no por mi, sino porque me apetece.

sábado, 17 de enero de 2015

THE FITZGERALD BURGER COMPANY (TORRENT) - VIERNES 16/01/15 CENA


The Fitzgerald, Fitz para los amigos, es un restaurante que nació hace un añito largo, en concreto en Septiembre de 2013, en Torrente (Valencia), y desde luego, su carrera ha sido siempre en orientación creciente, pues se ha convertido en relativamente poco tiempo, y sin ser un franquiciado que ya gozaba de fama, en un local de moda sobretodo para la gente más joven, esos que se comen el mundo con la paga que les dan sus padres.


El restaurante está muy bien situado, en una zona en la que se puede aparcar con cierta facilidad, bien comunicado y con rápida salida al corazón de la urbe. Lo podréis encontrar en el exterior del Centro Comercial Las Américas, en la Avenida del Vedat, 180 de Torrente. Si vas en metro deberás parar en Torrent Avinguda y andar unos minutitos en dirección al Vedat. El teléfono de The Fitzgerald Burger Company es 961 56 02 46


El restaurante se define a sí mismo como "The Fitzgerald Burger Company nace de las ganas de ser diferente y único en el mundo de las hamburguesas, con un espíritu, joven, canalla y atrevido. Burgers, sí, pero no un dinner americano más; tampoco una cadena sin corazón ni personalidad. Nos gusta decir que hacemos las cosas con pasión, y resultado de ello son nuestras burgers. Carne 100% cocinada a la brasa de carbón de encina, en un ambiente retro vintage. Sólo los productos más frescos del mercado caben en una burger de verdad. The Fitzgerald propone una experiencia nueva: ambiente de diseño y hamburguesas gourmet a buen precio. Para los amantes de las cosas buenas. No hay más. Ternera, pollo o buey a elegir, siempre carne 100% y totalmente fresca y natural. Producto real, sin aditivos y sin conservantes. Sin mentiras. En The Fitz, buscamos a todo aquel que está cansado de lo de siempre, que tiene ganas de cambiar, que quiere algo diferente. Así que, bienvenido!"

Sobre esta definición no haré mucho hincapié, ya que cada uno tenemos un yo-social y una forma de definirnos y vendernos a los demás. Solo unos detalles, vender canallería está muy bien para el buitre de discoteca pero después hay que saber plasmarla, pues el rollito Miley Cirus está muy visto, todos tenemos un amigo que llevaba gafitas y le robaban el bocadillo de pequeño y ahora es un "canalla". Por otra parte han sabido subirse bien a la ola de la moda retro-vintage, palabras que te aseguran el éxito. En resumen, esta autodefinición me parece una cuña más de radio en la que anuncian una discoteca con "la fiesta más increíble de tu vida, con la gente más guapa" y después lejos de la realidad es una fiesta más con la gente supernormal de siempre. Y eso me ha pasado a mi con este restaurante, que aunque me ha gustado, me ha parecido una opción más, ninguna novedad.


Tuve noticias del local un día yendo a Torrente a visitar a mi tía, pues ella trabaja allí, y cual es mi sorpresa que un cartel gigante situado en la entrada de dicha localidad llama mi atención, y no, no era mi radar alimenticio, sino la fuente estilo de letra para los dummies que usaba dicho cartel. Era una preciosidad, muy al estilo retro vintage de los periódicos de antes, lo que hablábamos antes... éxito asegurado. Me fije que era un cartel que anunciaba un restaurante que no conocía y emplacé a mi chica a ir algún día. Pero no fué hasta hace unos días cuando mi mejor amigo, Luis, me comentó que se lo habían recomendado y nos entró el hype ganas locas por ir. El auténtico poder del mouth to mouth estaba haciendo su efecto, quizás el auténtico secreto de este restaurante tan poco anunciado por toda Valencia. Decidido, a The Fitzgerald Burger Company le entregaré mi mayor signo de pureza, mi virginidad degustablogeril (like a virgin... touched for the very first time...).

Y allí nos presentamos, Luis, Alicia y yo. Llegamos a la puerta a las 21:52h y estaba llenísimo y con una cola que salía del local. "¡Teniamos que haber reservado!" exclamamos, pero pronto nos dimos cuenta que no era ese tipo de local, que más bien era una especie de McDonald's/Burger King al uso en el que tu pides, pagas y esperas a que te den tu bandeja... bien "I'm (not) loving it". Nos tiramos un rato en la cola esperando a que nos atendieran y mientras observando todo el local, a los comensales, trabajadores. La fantástica vaca, que me recordaba a la típica de la entrada de un AleHop, era la auténtica estrella del local. Situada estratégicamente y bien anclada en el centro de éste, bien cuarteada diferenciando las partes comibles de tan gran ser y que tanto nos ha dado, soportaba el peso de los niños que se tiraban a muerte a por ella, de los jovenzuelos que se hacían un selfie con ella (pal' Facebook) y recibiendo estoicamente a todos los que con mucha ilusión hacíamos tremenda cola. A todo esto debíamos sumarle que The Fitzgerald no escatima en calefacción y para ella todo es poco, como mi abuela, la cual sube y sube y sube la temperatura (¿esto era una canción de reggeaton no?), sin atender a que quizás algunos podemos empezar a evaporarnos de tanto calor. La verdad que a este factor, no le favorece la cantidad de lámparas que hay, decenas por todos lados.


Me llama la atención que el local está muy bien decorado, muy retro pero muy bien variado también con cosas que a priori no casan pero que desde el momento que las vi no concebiría separarlas. Distribuido en dos plantas y siendo la primera la más grande se puede observar que tanto mesas como sillas eran todas diferentes, pudiendo sentarte en una misma mesa con comensales que situaban su trasero en una silla totalmente diferente a la tuya, no guardando ninguna relación pero creando un maravilloso ambiente, aunque si bien es verdad que se echan en falta más sillas, casi tenemos que comer uno de nosotros de pie. También tiene una terraza en plena calle abierta todo el año, muy recomendable para cuando llegue el buen tiempo. Como se define, el estilo retrovintage unido a toques industriales le dan un aire muy moderno, que paradoja ¿verdad? Tiene una pared repleta de libros abiertos adheridos a ésta muy original. Las mesas están muy pegadas, ¡me ahogo!


El ambiente está cargado de bastantes jóvenes de entre 15 y 18 años emanando la muy querida y echada de menos edad del pavo. Mucho griterío, mucho ruido, me cuesta seguir la conversación de mis amigos... Mucha niña mona pero ninguna sola.

Son las 22:15h y por fin llegamos al mostrador y nos atienden y puedo ver como tienen un cartel que reza "La calidad se hace esperar, así que ten paciencia" pero mi hambre y mi experiencia me dicen que la calidad la ponemos los clientes y quiero cenar ¡YA!.

Veo la carta y la verdad que todo tenía muy buena pinta, al menos de forma escrita. Pedimos una Red Hot Chilli Burger de pollo, una Madame de buey y una Crazy Cheese Burger de ternera bien acompañados de unas patatas fritas, unos Ignacios con queso y unos Crispy Chicken Nuggets. En total... 35,55 euros para los tres, lo que viene siendo unos 11,85 euros por persona. El precio me parece correcto, tirando a barato para lo que hemos pedido.


Después de esto, nos pasamos al mostrador de al lado a que nos sirvan la bebida que habíamos pedido,CocaCola y Amstel son los protagonistas de la zona de bebidas (they rules in da house), sentí un poco de agobio por el poco espacio entre la cola de la gente que pide lo que va a comer, la de la gente que espera la bebida y la de la gente que espera después la comida. En este momento es en el que me detengo y veo que hay varios buzones de sugerencias, cosa que me agrada en un local, un sitio donde escuchan o al menos dejan un hueco a recibir los consejos de sus clientes, se puede aprender mucho de éstos si los lees con detenimiento.

Mientras esperaba pude ver como todos los dependientes iban correctamente uniformados además de con su gorra con unos guantes para optimizar la limpieza y pulcritud del manipular alimentos. ¡Un 10! El único "pero" es el mostrador donde te sirven la bebida que estaba bastante mojado, cuidado no os apoyéis. La cocina es muy grande, muy ordenada y mas o menos limpia, lo malo es que casi todos los trabajadores se hacinaban en un sitio, debe ser algo estresante e incomodo trabajar ahí. Punto a su favor el tener la cocina abierta al público, sinónimo siempre de transparencia y hacer bien las cosas.

Nos sirven la bebida, perfectamente cargada para evitar derramar y lo suficientemente grande para no tener necesidad de repetir aunque el parecido de este restaurante a un Burger King de calidad y la constante que se está propagando por este tipo de locales de regalar las siguientes consumiciones de refresco hace que le ponga un punto negativo a The Fitz en cuanto a este tema. Señores, es sirope de Coca Cola con agua, hay muchísimo margen de beneficio con él, es el momento de una vez pagado el primero regalar los siguientes refrescos. No obstante, los siguientes son a un euro, pero estamos en crisis, hay que ahorrar. La verdad que la mezcla de sirope y agua se decanta hacia el sirope, cuando normalmente es al revés, y solo haces que beber bebidas aguadas. Esto al menos está bien, sabía más a cola que a agua.


Otra curiosidad es que al hacer el pedido ellos te entregan tu ticket y las servilletas. ¿Esto es curioso? Si, lo es, y lo es ya que no hay dispensadores de servilletas o al menos yo no los vi en todo el restaurante por lo que, como es mi caso, si tienes barba profunda, la hamburguesa va cargada de salsa, los entrantes los mojas en otras salsas y los nachos Ignacio supuran algo de grasilla te las ves y te las deseas para arreglarte con una sola servilleta. Esto se arregla pidiendo mas en el mostrador pero en mi caso habiéndome colocado al final del restaurante en la parte de arriba debido que era la única mesa vacía, hace que me tenga que recorrer todo Narnia, toda la Tierra Media y parte del extranjero para pedir más servilletas mientras todo el mundo me mira teniendo los labios y barba llenos de salsas (¿ya me estás imaginando eh picaron/a? Bien, todo esto no pasó, no me manche, pero porque soy un tio muy limpio, pero podría haber pasado. Está bien poner algunos dispensadores de servilletas a lo largo de las dos plantas del restaurante y alguno en la terraza.


Son las 22:25 y menos mal que está Luis bajo para recoger el pedido pues arriba no te enteras de cuando te llaman para recogerlo, no se si por el ruido de ambiente o porque directamente el micro no suena hasta allí, por contra, antes, la dependienta nos dijo que no nos preocupáramos, que se escucharía pero mejor ser previsor y menos mal que lo fuimos. Al que previene, Dios le ayuda. Deben aprender de los 100 Montaditos entonces...

Los entrantes que pedimos estaban bastante buenos. Las patatas eran bastante naturales, nada aceitosas y bien doradas, es decir, al punto del Chef, una delicia que no resultaban pesadas. Esto es de agradecer ya que a todos los sitios a los que voy a comer suelo dejarme más de la mitad de las patatas pues parece que se te adhieran a las paredes del estómago y te sacien a la primera de cambio, no pudiendo aprovechar y disfrutar el plato principal, los preliminares son importantes pero la faena hay que rematarla en el plato principal. Junto con cada entrante pedimos unas salsas, éstas fueron ketchup, mostaza y ajoaceite, todas ellas bastante sabrosas y muy muy naturales, evidentemente serían de bote, pero muy bien conseguidas. A destacar entre ellas, la mostaza, la cual tenía un toque de amargor que la hacía especial, muy buena. Los nachos Ignacio son bastante crujientes y vienen acompañados de una salsa de yogur y guacamole, con muy buena pinta y mejor sabor y textura, aunque desprenden algo de aceite y grasilla, nadie es perfecto. ¿Dónde está mi servilleta ahora? Las raciones de entrantes no son muy grandes, pero compensan con ese sabor tan natural que echaba en falta a la hora de visitar un restaurante americano de comida rápida. Además, no son entrantes muy caros, totalmente recomendables.


Cuando pude ver la bandeja donde venían las hamburguesas me vino a la cabeza esa escena de El Rey Leon en la que Mufasa le dice a su hijo, que toda esa tierra que ve algún día será suya y sacaba pecho palomo orgulloso. Pues bien, la bandeja venía presididas de tres orgullosas, y no es para menos, hamburguesas, perfectamente imperfectas, es decir, muy manufacturadas, como te las podrías hacer en casa. Minipunto y punto para el equipo de The Fitz por esto, ya que vas a sitios y solo ves clones y clones de otras hamburguesas, aqui sabes y ves lo que pides y lo más importante, lo puedes diferenciar. Muy monos los platos que aguantaban la hamburguesa, del tamaño exacto de ésta y de una madera muy limpia. Son pequeños pero perfectos para la mesa que quedaba disponible, la cual era también digna de la casa de muñecas de PlayMobil de lo pequeña que era. Los platos serán protagonistas unas líneas más abajo. Una cosa que me gustó es que los dependientes prestan bastante atención y se toman en serio el punto al cual le has pedido la carne, tomarse esa molestia es de agradecer. Bien, he degustado algunos entrantes y me dispongo a morder la hamburguesa. Elegí la Madame, casi a ciegas ya que la Rockefeller tambien me gustaba y así con el 99% de las hamburguesas por lo que sin comerme mucho la cabeza elegí esta para el primer día, ya vendrán otras. Cada bocado que le daba me sabía diferente, me sabía mejor. Una hamburguesa bastante, bastante decente, hecha con mimo y mucha naturalidad, pues con los mismos ingredientes la podrías hacer en casa y tendría el mismo sabor, vamos, como en el McDonald's ¿verdad?. Intenté comentárselo a mis compañeros de cena y la verdad que no se si por el sabor o por la cantidad de ruido, que no nos pudimos comunicar mucho y decidimos seguir disfrutando de tan sabrosa cena. Aún así, después de esto, creo que tengo que visitar GAES para que me comprueben la audición, tengo un pitido y el griterío de la chiquillada metido en la cabeza.



Ante la falta de servilletas, brillaba la cantidad de medidas de seguridad en caso de catástrofe, sobretodo ante un incendio. Lleno de mangueras y extintores además de detectores de humo con aspersores de techo. Lo que no se, es si en una situación así, con tanta gente, si cabríamos por la puerta o habría avalancha con el consecuente taponamiento.

Después de cenar, es el momento de ir al aseo, y aunque éste no está muy limpio, lo puedo entender debido a la cantidad de gente, la edad de éstos y el poco personal del negocio, más centrado en atender en el mostrador principal que de cualquier otra cosa. No pondré foto para no herir sensibilidades. Sensibilidad herida ya que el de la mesa de al lado no paraba de chuparse los dedos, literalmente, con una succión muy apasionada. ¿Producto de la falta de servilletas? No creo, hay mucho vicio.

No pedimos postre, aunque no tenían mala pinta, y emplazamos a repetir pidiendo nuevas hamburguesas acompañadas de batidos para beber, que por lo que vi, es otra de sus especialidades.


RESUMEN
Limpieza - 5
Aparcamiento - 6
Sabor - 6
Presentación - 5
Atención al Cliente - 5
Cantidad - 6
Calidad/Precio - 6
Decoración - 6
Ambiente - 5

NOTA - 5,55
Me ha gustado en general este restaurante. Repetiré seguro.

Algunas de las fotos están sacadas de la página oficial del local. Puedes visitarla para más información en http://www.thefitzgerald.es/