The Fitzgerald, Fitz para los amigos, es un restaurante que nació hace un añito largo, en concreto en Septiembre de 2013, en Torrente (Valencia), y desde luego, su carrera ha sido siempre en orientación creciente, pues se ha convertido en relativamente poco tiempo, y sin ser un franquiciado que ya gozaba de fama, en un local de moda sobretodo para la gente más joven, esos que se comen el mundo con la paga que les dan sus padres.
El restaurante está muy bien situado, en una zona en la que se puede aparcar con cierta facilidad, bien comunicado y con rápida salida al corazón de la urbe. Lo podréis encontrar en el exterior del Centro Comercial Las Américas, en la Avenida del Vedat, 180 de Torrente. Si vas en metro deberás parar en Torrent Avinguda y andar unos minutitos en dirección al Vedat. El teléfono de The Fitzgerald Burger Company es 961 56 02 46
El restaurante se define a sí mismo como "The Fitzgerald Burger Company nace de las ganas de ser diferente y único en el mundo de las hamburguesas, con un espíritu, joven, canalla y atrevido. Burgers, sí, pero no un dinner americano más; tampoco una cadena sin corazón ni personalidad. Nos gusta decir que hacemos las cosas con pasión, y resultado de ello son nuestras burgers. Carne 100% cocinada a la brasa de carbón de encina, en un ambiente retro vintage. Sólo los productos más frescos del mercado caben en una burger de verdad. The Fitzgerald propone una experiencia nueva: ambiente de diseño y hamburguesas gourmet a buen precio. Para los amantes de las cosas buenas. No hay más. Ternera, pollo o buey a elegir, siempre carne 100% y totalmente fresca y natural. Producto real, sin aditivos y sin conservantes. Sin mentiras. En The Fitz, buscamos a todo aquel que está cansado de lo de siempre, que tiene ganas de cambiar, que quiere algo diferente. Así que, bienvenido!"
Sobre esta definición no haré mucho hincapié, ya que cada uno tenemos un yo-social y una forma de definirnos y vendernos a los demás. Solo unos detalles, vender canallería está muy bien para el buitre de discoteca pero después hay que saber plasmarla, pues el rollito Miley Cirus está muy visto, todos tenemos un amigo que llevaba gafitas y le robaban el bocadillo de pequeño y ahora es un "canalla". Por otra parte han sabido subirse bien a la ola de la moda retro-vintage, palabras que te aseguran el éxito. En resumen, esta autodefinición me parece una cuña más de radio en la que anuncian una discoteca con "la fiesta más increíble de tu vida, con la gente más guapa" y después lejos de la realidad es una fiesta más con la gente supernormal de siempre. Y eso me ha pasado a mi con este restaurante, que aunque me ha gustado, me ha parecido una opción más, ninguna novedad.
Tuve noticias del local un día yendo a Torrente a visitar a mi tía, pues ella trabaja allí, y cual es mi sorpresa que un cartel gigante situado en la entrada de dicha localidad llama mi atención, y no, no era mi radar alimenticio, sino la fuente estilo de letra para los dummies que usaba dicho cartel. Era una preciosidad, muy al estilo retro vintage de los periódicos de antes, lo que hablábamos antes... éxito asegurado. Me fije que era un cartel que anunciaba un restaurante que no conocía y emplacé a mi chica a ir algún día. Pero no fué hasta hace unos días cuando mi mejor amigo, Luis, me comentó que se lo habían recomendado y nos entró el hype ganas locas por ir. El auténtico poder del mouth to mouth estaba haciendo su efecto, quizás el auténtico secreto de este restaurante tan poco anunciado por toda Valencia. Decidido, a The Fitzgerald Burger Company le entregaré mi mayor signo de pureza, mi virginidad degustablogeril (like a virgin... touched for the very first time...).
Y allí nos presentamos, Luis, Alicia y yo. Llegamos a la puerta a las 21:52h y estaba llenísimo y con una cola que salía del local. "¡Teniamos que haber reservado!" exclamamos, pero pronto nos dimos cuenta que no era ese tipo de local, que más bien era una especie de McDonald's/Burger King al uso en el que tu pides, pagas y esperas a que te den tu bandeja... bien "I'm (not) loving it". Nos tiramos un rato en la cola esperando a que nos atendieran y mientras observando todo el local, a los comensales, trabajadores. La fantástica vaca, que me recordaba a la típica de la entrada de un AleHop, era la auténtica estrella del local. Situada estratégicamente y bien anclada en el centro de éste, bien cuarteada diferenciando las partes comibles de tan gran ser y que tanto nos ha dado, soportaba el peso de los niños que se tiraban a muerte a por ella, de los jovenzuelos que se hacían un selfie con ella (pal' Facebook) y recibiendo estoicamente a todos los que con mucha ilusión hacíamos tremenda cola. A todo esto debíamos sumarle que The Fitzgerald no escatima en calefacción y para ella todo es poco, como mi abuela, la cual sube y sube y sube la temperatura (¿esto era una canción de reggeaton no?), sin atender a que quizás algunos podemos empezar a evaporarnos de tanto calor. La verdad que a este factor, no le favorece la cantidad de lámparas que hay, decenas por todos lados.
Me llama la atención que el local está muy bien decorado, muy retro pero muy bien variado también con cosas que a priori no casan pero que desde el momento que las vi no concebiría separarlas. Distribuido en dos plantas y siendo la primera la más grande se puede observar que tanto mesas como sillas eran todas diferentes, pudiendo sentarte en una misma mesa con comensales que situaban su trasero en una silla totalmente diferente a la tuya, no guardando ninguna relación pero creando un maravilloso ambiente, aunque si bien es verdad que se echan en falta más sillas, casi tenemos que comer uno de nosotros de pie. También tiene una terraza en plena calle abierta todo el año, muy recomendable para cuando llegue el buen tiempo. Como se define, el estilo retrovintage unido a toques industriales le dan un aire muy moderno, que paradoja ¿verdad? Tiene una pared repleta de libros abiertos adheridos a ésta muy original. Las mesas están muy pegadas, ¡me ahogo!
El ambiente está cargado de bastantes jóvenes de entre 15 y 18 años emanando la muy querida y echada de menos edad del pavo. Mucho griterío, mucho ruido, me cuesta seguir la conversación de mis amigos... Mucha niña mona pero ninguna sola.
Son las 22:15h y por fin llegamos al mostrador y nos atienden y puedo ver como tienen un cartel que reza "La calidad se hace esperar, así que ten paciencia" pero mi hambre y mi experiencia me dicen que la calidad la ponemos los clientes y quiero cenar ¡YA!.
Veo la carta y la verdad que todo tenía muy buena pinta, al menos de forma escrita. Pedimos una Red Hot Chilli Burger de pollo, una Madame de buey y una Crazy Cheese Burger de ternera bien acompañados de unas patatas fritas, unos Ignacios con queso y unos Crispy Chicken Nuggets. En total... 35,55 euros para los tres, lo que viene siendo unos 11,85 euros por persona. El precio me parece correcto, tirando a barato para lo que hemos pedido.
Después de esto, nos pasamos al mostrador de al lado a que nos sirvan la bebida que habíamos pedido,CocaCola y Amstel son los protagonistas de la zona de bebidas (they rules in da house), sentí un poco de agobio por el poco espacio entre la cola de la gente que pide lo que va a comer, la de la gente que espera la bebida y la de la gente que espera después la comida. En este momento es en el que me detengo y veo que hay varios buzones de sugerencias, cosa que me agrada en un local, un sitio donde escuchan o al menos dejan un hueco a recibir los consejos de sus clientes, se puede aprender mucho de éstos si los lees con detenimiento.
Mientras esperaba pude ver como todos los dependientes iban correctamente uniformados además de con su gorra con unos guantes para optimizar la limpieza y pulcritud del manipular alimentos. ¡Un 10! El único "pero" es el mostrador donde te sirven la bebida que estaba bastante mojado, cuidado no os apoyéis. La cocina es muy grande, muy ordenada y mas o menos limpia, lo malo es que casi todos los trabajadores se hacinaban en un sitio, debe ser algo estresante e incomodo trabajar ahí. Punto a su favor el tener la cocina abierta al público, sinónimo siempre de transparencia y hacer bien las cosas.
Nos sirven la bebida, perfectamente cargada para evitar derramar y lo suficientemente grande para no tener necesidad de repetir aunque el parecido de este restaurante a un Burger King de calidad y la constante que se está propagando por este tipo de locales de regalar las siguientes consumiciones de refresco hace que le ponga un punto negativo a The Fitz en cuanto a este tema. Señores, es sirope de Coca Cola con agua, hay muchísimo margen de beneficio con él, es el momento de una vez pagado el primero regalar los siguientes refrescos. No obstante, los siguientes son a un euro, pero estamos en crisis, hay que ahorrar. La verdad que la mezcla de sirope y agua se decanta hacia el sirope, cuando normalmente es al revés, y solo haces que beber bebidas aguadas. Esto al menos está bien, sabía más a cola que a agua.
Otra curiosidad es que al hacer el pedido ellos te entregan tu ticket y las servilletas. ¿Esto es curioso? Si, lo es, y lo es ya que no hay dispensadores de servilletas o al menos yo no los vi en todo el restaurante por lo que, como es mi caso, si tienes barba profunda, la hamburguesa va cargada de salsa, los entrantes los mojas en otras salsas y los nachos Ignacio supuran algo de grasilla te las ves y te las deseas para arreglarte con una sola servilleta. Esto se arregla pidiendo mas en el mostrador pero en mi caso habiéndome colocado al final del restaurante en la parte de arriba debido que era la única mesa vacía, hace que me tenga que recorrer todo Narnia, toda la Tierra Media y parte del extranjero para pedir más servilletas mientras todo el mundo me mira teniendo los labios y barba llenos de salsas (¿ya me estás imaginando eh picaron/a? Bien, todo esto no pasó, no me manche, pero porque soy un tio muy limpio, pero podría haber pasado. Está bien poner algunos dispensadores de servilletas a lo largo de las dos plantas del restaurante y alguno en la terraza.
Son las 22:25 y menos mal que está Luis bajo para recoger el pedido pues arriba no te enteras de cuando te llaman para recogerlo, no se si por el ruido de ambiente o porque directamente el micro no suena hasta allí, por contra, antes, la dependienta nos dijo que no nos preocupáramos, que se escucharía pero mejor ser previsor y menos mal que lo fuimos. Al que previene, Dios le ayuda. Deben aprender de los 100 Montaditos entonces...
Los entrantes que pedimos estaban bastante buenos. Las patatas eran bastante naturales, nada aceitosas y bien doradas, es decir, al punto del Chef, una delicia que no resultaban pesadas. Esto es de agradecer ya que a todos los sitios a los que voy a comer suelo dejarme más de la mitad de las patatas pues parece que se te adhieran a las paredes del estómago y te sacien a la primera de cambio, no pudiendo aprovechar y disfrutar el plato principal, los preliminares son importantes pero la faena hay que rematarla en el plato principal. Junto con cada entrante pedimos unas salsas, éstas fueron ketchup, mostaza y ajoaceite, todas ellas bastante sabrosas y muy muy naturales, evidentemente serían de bote, pero muy bien conseguidas. A destacar entre ellas, la mostaza, la cual tenía un toque de amargor que la hacía especial, muy buena. Los nachos Ignacio son bastante crujientes y vienen acompañados de una salsa de yogur y guacamole, con muy buena pinta y mejor sabor y textura, aunque desprenden algo de aceite y grasilla, nadie es perfecto. ¿Dónde está mi servilleta ahora? Las raciones de entrantes no son muy grandes, pero compensan con ese sabor tan natural que echaba en falta a la hora de visitar un restaurante americano de comida rápida. Además, no son entrantes muy caros, totalmente recomendables.
Cuando pude ver la bandeja donde venían las hamburguesas me vino a la cabeza esa escena de El Rey Leon en la que Mufasa le dice a su hijo, que toda esa tierra que ve algún día será suya y sacaba pecho palomo orgulloso. Pues bien, la bandeja venía presididas de tres orgullosas, y no es para menos, hamburguesas, perfectamente imperfectas, es decir, muy manufacturadas, como te las podrías hacer en casa. Minipunto y punto para el equipo de The Fitz por esto, ya que vas a sitios y solo ves clones y clones de otras hamburguesas, aqui sabes y ves lo que pides y lo más importante, lo puedes diferenciar. Muy monos los platos que aguantaban la hamburguesa, del tamaño exacto de ésta y de una madera muy limpia. Son pequeños pero perfectos para la mesa que quedaba disponible, la cual era también digna de la casa de muñecas de PlayMobil de lo pequeña que era. Los platos serán protagonistas unas líneas más abajo. Una cosa que me gustó es que los dependientes prestan bastante atención y se toman en serio el punto al cual le has pedido la carne, tomarse esa molestia es de agradecer. Bien, he degustado algunos entrantes y me dispongo a morder la hamburguesa. Elegí la Madame, casi a ciegas ya que la Rockefeller tambien me gustaba y así con el 99% de las hamburguesas por lo que sin comerme mucho la cabeza elegí esta para el primer día, ya vendrán otras. Cada bocado que le daba me sabía diferente, me sabía mejor. Una hamburguesa bastante, bastante decente, hecha con mimo y mucha naturalidad, pues con los mismos ingredientes la podrías hacer en casa y tendría el mismo sabor, vamos, como en el McDonald's ¿verdad?. Intenté comentárselo a mis compañeros de cena y la verdad que no se si por el sabor o por la cantidad de ruido, que no nos pudimos comunicar mucho y decidimos seguir disfrutando de tan sabrosa cena. Aún así, después de esto, creo que tengo que visitar GAES para que me comprueben la audición, tengo un pitido y el griterío de la chiquillada metido en la cabeza.
Ante la falta de servilletas, brillaba la cantidad de medidas de seguridad en caso de catástrofe, sobretodo ante un incendio. Lleno de mangueras y extintores además de detectores de humo con aspersores de techo. Lo que no se, es si en una situación así, con tanta gente, si cabríamos por la puerta o habría avalancha con el consecuente taponamiento.
Después de cenar, es el momento de ir al aseo, y aunque éste no está muy limpio, lo puedo entender debido a la cantidad de gente, la edad de éstos y el poco personal del negocio, más centrado en atender en el mostrador principal que de cualquier otra cosa. No pondré foto para no herir sensibilidades. Sensibilidad herida ya que el de la mesa de al lado no paraba de chuparse los dedos, literalmente, con una succión muy apasionada. ¿Producto de la falta de servilletas? No creo, hay mucho vicio.
No pedimos postre, aunque no tenían mala pinta, y emplazamos a repetir pidiendo nuevas hamburguesas acompañadas de batidos para beber, que por lo que vi, es otra de sus especialidades.
RESUMEN
Limpieza - 5
Aparcamiento - 6
Sabor - 6
Presentación - 5
Atención al Cliente - 5
Cantidad - 6
Calidad/Precio - 6
Decoración - 6
Ambiente - 5
NOTA - 5,55
Me ha gustado en general este restaurante. Repetiré seguro.
Algunas de las fotos están sacadas de la página oficial del local. Puedes visitarla para más información en http://www.thefitzgerald.es/
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ResponderEliminarToda la razón! Es un buen sitio para comer hamburguesas caseras. Todo muy sabroso, pero no me ha sorprendido tanto como me imaginaba... igualmente, lo recomiendo para esas noches en los que no sabemos donde ir y queremos salir de los habituales. Muy buen post! :)
ResponderEliminarFantástico primer post!!! Y las fotos han quedado geniales!!! Me entran ganas de volver con sólo verlas jajaja.
ResponderEliminarBueno comentaré yo mi experiencia: yo soy el que se pidió la hamburguesa Red Hot Chili Burger de pollo. Al principio parecía que se habían olvidado del chili, pero realmente fue porque todavía no había mordido en el “quid de la cuestión”: a medida que devoraba, el chili iba se iba apoderando de mi boca, osease que sí hace honor a su nombre. Además estaba deliciosa.
Opinando de los entrantes, me quedo con las patatas en primer lugar, que efectivamente tenían ese toque y ese sabor casero de tu cocina, nada aceitosas y grandes, y con las salsas de mostaza, ajoaceite y barbacoa acompañando también deliciosas (pd: ajoaceite NO CHOVI, importante). Los nuggets de pollo también estilo muy caseros, al menos en apariencia, pero en sabor sinceramente también. Acostumbrado a los nuggets rojo-amarillos del payaso, estos les dan mil vueltas. Y los nachos, aunque me recordaban a los que puedes comprar en algún supermercado, las salsas de yogur y guacamole estaba también deliciosas y suaves.
Leo poco del baño en el post… mejor así, pero hay que decir que dejaba bastante que desear: olor a………., papeles por el suelo porque el pedal de la papelera es inexistente, la tapa de uno de los wáter estaba rota, el baño en general olía a……….. lo peor del lugar.
Salvando esto último que era bastante desagradable, y pensando sólo en relación calidad/precio de la comida, mi nota es un 8/10. Muy recomendable!!!
Completamente de acuerdo contigo Luis. Lo del baño no lo puse tan explícito como había pensado en un primer momento por no cortarles la digestión a los lectores. Este sábado segundo restaurante...
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